Premio Nacional “Gran Maestro de la Artesanía Peruana”. Perú, 2001.
Un tríptico maravilloso de gran formato, con colores de una magistral calidez suave, de tonalidades y gamas muy sutiles que hacen de esta obra un gran clásico de la plástica andina contemporánea.
Sus elementos, figuras y líneas, se complementan para simbolizar la alegría que genera el siclo vital de los procesos del cultivo de la tierra para que los hombres puedan sustentar su alimento para todo el año cíclico. La maravillosa sincronía con la naturaleza que consuce el hombre del campo hace coincidir exactamente con los procesos cíclicos solares y lunares que determinan los tiempos presisos para la fertilidad y la celebración del tiempo de las cosechas.
